Ante las protestas por la imposición del peaje en las autovías, el Gobierno salió con un guion establecido, en el que, desde el director de la DGT hasta la propia vicepresidenta y ministra de Economía, Nadia Calviño, todos repitieron la consigna: “el que lo usa, lo paga”. Esta consigna, llena de justicia, es lo que sucede en el mercado libre. La trampa, por supuesto, es que cuando la utilizan los socialistas de todos los partidos jamás la extienden. Esto es contradictorio porque si «el que lo usa, lo paga» es algo justo para las infraestructuras ¿por qué no lo es para los demás gastos públicos? Si es justo que paguen las carreteras quienes las utilizan, ¿por qué es justo que el poder fuerce a las mujeres a pagar impuestos para financiar una universidad en la que quizá no estudian?
«El que lo usa lo paga» es algo que suscribiría cualquier liberal. Está claro que, mientras las infraestructuras pertenezcan a una Administración Pública, se tendrán que financiar o con impuestos o con tasas (peajes, tarifas, como se llamen). Desde el punto de vista liberal es mejor que se paguen con tarifas y no con impuestos por varias razones:
1º Es más justo. Con las tarifas o peajes pagan más quienes lo usan más.
2º La función del precio no es solamente financiar y estimular la oferta sino también restringir la demanda. Esta función no la cumplen los impuestos pero sí las tasas.
3º El pago de tasas está más próximo a lo que ocurriría en un mercado libre que financiarlo con impuestos.
La opción de que sean gratis de verdad no existe: se financiarán o con impuestos o con tasas. Gratis no serán.
Por cierto, que la financiación de las infraestructuras es algo que ha recibido poca atención de los economistas liberales, al contrario de lo que sucede con la educación y la sanidad.
Muchas gracias.
La financiación de las infraestructuras recibió mucha atención por parte de Adam Smith, quien, por cierto, apoyó los peajes: puede ver el Libro V de «La Riqueza de las Naciones».
Saludos
Los aviones tienen que pagar tarifa por el uso de infraestructura (aeropuertos). Los barcos también pagan tarifa por el uso del puerto. Los ferrocarriles pagan tarifa por el uso de las vías. Ya era hora que se acabase el privilegio de la carretera como infraestructura de transporte comparada con otros medios.
Y el peaje de las carreteras no debería tan sólo cubrir los costes de mantenimiento sino también los de construcción y los costes del terreno propiamente dicho. Y además, la función del precio no es solamente financiar la oferta sino también restringir la demanda. Por lo tanto, la tarifa debería ser más alta en horas punta que en otras horas. La tarifa debe ser cambiante según las circunstancias y ser suficiente para que no haya atascos.
El automovilista que pide que las autovías se financien con impuestos y no con precios, con la misma lógica (mejor dicho, con la misma falta de lógica) debería reivindicar que el carburante, los seguros y las reparaciones del automóvil se pagase con impuestos y no con precios.
La carretera y el ferrocarril deberían competir entre ellos en igualdad de condiciones. Si el ferrocarril paga por el uso de la infraestructura, el transporte por carretera también debería hacerlo. Si las cosas siguen como ahora, hay un trasvase artificial desde el tranporte por tren (mercancías o pasajeros) al transporte por carretera (automóvil privado, autobús, camión).
También deberíamos analizar la «falta de rentabilidad» del ferrocarril. Lo cierto es que el ferrocarril y la carretera no compiten en igualdad de condiciones. Los ferrocarriles tienen que pagar un precio por el uso de las vías. Si no ocurre lo mismo con las carreteras, se está dando una ventaja injusta a la carretera.
Que en la carretera se cobre por el uso de la infraestructura (como sucede con los ferrocarriles) y ya se verá si continúa esa «falta de rentabilidad» de los ferrocarriles.
El ferrocarril no paga el coste de la infraestructura.
Tecleando en google «adif canones ferroviarios» aparece en primer lugar:
«Los Cánones Ferroviarios son las tasas que Adif y Adif Alta Velocidad reciben de las EE.FF por utilización de las infraestructuras ferroviarias de su titularidad o (…)»
Claro, utilización, no construcción.
Pero si el ferrocarril paga (aunque sea por la utilización y no por la construcción) una tarifa, los vehículos de carretera deberían pagar también una tarifa por la utilización de la infraestructura para que la competencia con el ferrocarril no se haga con una ventaja injusta por la carretera.
También se debería poner un «peaje urbano» o «tarifa de congestión» en las ciudades españolas, como se ha hecho ya en ciudades de otros países. Recordemos que la función del precio no es solamente financiar la oferta sino también restringir la demanda. Si circular por la ciudad es gratis (se financia con impuestos y no con precios) la demanda supera a la oferta y se produce un estado de no-equilibrio: el atasco. Una tarifa de congestión, o sea un precio por circular, sirve para restringir la demanda, evitando los atascos. Para ello, dicho peaje urbano deberá de ser diferente en distintas calles y en distintas horas (más cara en horas punta) de forma que se equilibre la oferta y la demanda, es decir que no haya atasco.
¿los coches no pagan impuestos/tasas (aparte del IVA)? pagamos con la compra el impuesto de matriculación, pagamos otra vez en cada compra-venta, pagamos cada año un impuesto de circulación, y pagamos cada vez que echamos carburante, y hay muuuuchos coches. Nunca he visto el cálculo pero me da que el estado ingresará bastante más de lo que invierte/gasta. Y me parece una barbaridad que bajen la velocidad a la mitad en la ciudad (no hace tanto era 60 km/h). Si pagamos por las autovías deberían copiar de Alemania sobre los límites.
Las autovías nunca podrán ser gratis de verdad.
Solamente existen dos opciones:
1º Que se financien con precios (pagando más el que la use más)
2º Que se financien con impuestos, pagados por los que la usan y TAMBIÉN por los que no la usan. Y además sin hacer diferencia entre los que la usan poco y los que la usan mucho.
La solución justa es la 1.
Colin Ward, en su libro «Contra el automóvil. Sobre la libertad de circular» dice: «(…) sino que los gobiernos dejen de asumir
que el ferrocarril debe ser rentable, mientras que la construcción de carreteras es un servicio público, financiado mediante impuestos.» Se ve ahí la queja de que el transporte por carretera y el transporte por ferrocarril no compiten en igualdad de condiciones. Al transporte ferroviario se le impone un «cánon ferroviario» por el uso de su infraestructura. Para que la competencia no esté artificialmente sesgada en contra del ferrocarril, al transporte por carretera habrá que ponerle también un cánon por el uso de su infraestructura.
Por cierto, que el cánon debe ser suficiente para financiar además los costes de la Guardia Civil de Tráfico, no solamente la construcción y mantenimiento de las carreteras.
La persona que viaja en tren paga en el precio del billete la tarifa por el uso de la infraestructura ferroviaria y ADEMÁS con sus impuestos (por ejemplo, el IVA del billete de tren) la infraestructura del transporte por carretera. O sea, paga dos infraestructuras, la que usa y además la que no usa. ¿Es eso justo?
Lo mismo ocurre con el transporte de mercancías.