Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, probó una vez más su talento a la hora de dispensar las vacunas. Los primeros en recibirlas fueron una señora mayor y un profesional de una residencia de ancianos. El hecho fue ampliamente fotografiado, sin que nadie aplaudiera a Warren y a sus secuaces por su obra maestra de la propaganda política. Esa maniobra quedó oscurecida por otros debates y confusiones, fruto de intenciones variopintas, pero que empalidecen frente al hecho crucial de que las autoridades se ocupaban de proteger a los ancianos.