Vivimos en un mundo donde la moral ha dejado de circunscribirse a los corazones libres de las mujeres y los hombres, dando el salto a la política, y socavando el fundamento de la libertad, que es el poder limitado.
¿Qué freno cabe interponer ante la acción de quien anhela el bien? Como es natural, la sociedad se convierte en una multitud de víctimas, de gente ofendida que busca reparar sus agravios mediante la intervención de las Administraciones Públicas. Esta lógica hipertrofia la noción de culpa.