Un antiguo argumento antiliberal sostiene que el gasto público no puede bajar.
Desde hace décadas los socialistas de todos los partidos pretenden arrinconar a los liberales exigiéndoles que digan cómo recortarían el gasto.
Este argumento es en realidad una falacia triple, porque es deficiente en su lógica, en su teoría económica, y en su respaldo empírico.