Los avances logrados por Donald Trump en Oriente Medio, con el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Emiratos y Bahrein con Israel, se han topado con una curiosa reacción.
La mayoría de los medios no han destacado la gran importancia de estos avances. Supongo que es porque no encajan con la imagen estereotipada de Trump como un patán y un simple matón, incapaz de alcanzar metas diplomáticas.
Esta misma actitud desdeñosa se extendió a su yerno, Jared Kushner, su hombre de confianza en Oriente Medio. Como apuntó el Wall Street Journal, no se trata de proclamar que la Administración Trump y Kushner hayan conseguido la paz en la zona, pero los progresos son indudables. El presidente americano se merece el mismo Premio Nobel de la Paz que recibió Obama.
Hay que observar dos reacciones. Los ataques más duros han provenido de la dictadura iraní, la autoridad palestina y el islamismo radical. La otra reacción reveladora es la de Joe Biden, que ataca a Trump en todo lo que hace, pero en esto no ha dicho nada, porque lo comparte.