Ingrediente habitual del pensamiento único es la demonización de Estados Unidos, presentado siempre como un país terrible, y despreciando los motivos de tantos millones de trabajadores que se han esforzado desde hace años para vivir en ese supuesto infierno.
Un aspecto reiterado incluso antes del coronavirus era la cuestión salarial, y se hablaba a menudo del problema del estancamiento de los ingresos de los trabajadores, algo que, como es natural, era atribuido a las terribles políticas liberalizadoras de Ronald Reagan.