Una gran paradoja política de nuestro tiempo es que todos aseguran que el mundo del futuro va a ser diferente del actual, y sin embargo, todos insisten en abordar la crisis de la misma manera. En efecto, en muchos países, la mayoría, se acometen planes de más gasto público, más impuestos, más deuda, más regulaciones y más intervención en los mercados. Pero si ese intervencionismo es una mala estrategia en tiempos normales, resulta muchísimo peor en tiempos de crisis, cuando más urgente resulta tener un marco institucional seguro pero flexible, barato y previsible, que facilite la labor innovadora y creadora de los empresarios.