A propósito de su reciente libro, Una España mejor, en el que revisa su etapa como presidente del Gobierno, de 2011 a 2018, Barbie declaró en ABC que no hace autocrítica por haber elevado la presión fiscal. Él no quería castigar al pueblo, asegura, pero “nos vimos obligados”, porque había que pagar facturas. De no haber subido los impuestos, y la deuda pública, que también son impuestos, y nacionalizar parte del sistema financiero, también con cargo al contribuyente, entonces “España hubiera quebrado”. Y remata el asunto diciendo que después de subirlos, los bajó, y que, vaya, tampoco son tan altos los impuestos en nuestro país.
Dice: “me puse en la piel de los 47 millones de españoles…por eso no hubo rescate”. Recuerda los casos de Grecia, Portugal o Irlanda, donde disminuyó el gasto público, y eso es lo que él no quería hacer, por los pensionistas, usted me entiende. Y entonces decidió no bajar el gasto público sino el gasto privado, de todos los ciudadanos, subiéndoles los impuestos. ¿Cómo sabe Barbie que eso es lo que querían los 47 millones de españoles?
Respuesta: no lo sabe, porque no les preguntó. Él tomó la decisión de sablearlos porque le convenía a él, es decir, porque estimaba que el coste político de un rescate que podría haber forzado un ajuste severo del gasto público habría sido mayor que el de subirles los impuestos a los españoles —fue un coste político de todas maneras importante, como lo probaron las masas de votantes que abandonaron el PP.
Por tanto, el argumento de Barbie de que él fue un buen presidente porque evitó la quiebra de España, es una trampa que se basa en la habitual pero equívoca identificación del Estado y la sociedad civil. No es lo mismo un Estado que una empresa. Millones de empresas han quebrado y desaparecido. Los Estados no hacen nada parecido, precisamente porque pueden optar por quitarle el dinero a la gente a la fuerza. Pero de ahí a sostener que eso es bueno para la gente, o que incluso la gente lo demanda, hay un gran trecho.
A los españoles se les puede preguntar si quieren pagar más impuestos, por ejemplo, por la llamada “emergencia climática”. Lo hizo el domingo el diario El País, y según su encuesta, el 59 % de los ciudadanos pide medidas “muy urgentes” y están “dispuestos a asumir impuestos” y “arrimar el hombro”. ¿Cuánto? Un 31 % no estaría dispuesto a pagar nada, algo asombroso cuando están bombardeados por tierra, mar y aire, con consignas apocalípticas. Un 53,4 % aceptarían pagar más, pero la mayoría, poco: un 10,2 % pagaría 1€ al mes, un 18,5 % pagaría 5 €, y un 20 % entre 10 y 20 €. Moncloa, tenemos un problema: ¿cómo justificar la subida de impuestos apelando al anhelo popular?