Pablo Ximénez de Sandoval, en páginas de información de “El País”, informó: “Muere David Koch, el símbolo del dinero oscuro en la derecha estadounidense…usó su fortuna para promover el extremismo conservador…se convirtió en una siniestra fuente de dinero para el avance del radicalismo conservador…Estados Unidos lo conoce por intentar básicamente comprar elecciones para la derecha de Estados Unidos… asaltar la Casa Blanca…[él y su hermano Charles] acabaron simbolizando la influencia corrupta del dinero en política”. Repito: esto fue escrito en el primer periódico de España, y no en un artículo de opinión, sino de información. Y los hechos, ya se sabe, son sagrados.
La familia Koch es propietaria y dirige una exitosa empresa, Kohn Industries. Estos empresarios se distinguen desde hace tiempo por su ideología liberal. No es frecuente que los empresarios sean liberales, ni siquiera en Estados Unidos. David y su hermano Charles no solo fueron liberales sino que procuraron defender sus ideas en el campo del pensamiento y en el de la política. De ahí que financiaran durante muchos años instituciones “libertarias”, que es como llaman en EE UU a los liberales, como el Instituto Cato de Washington; y de ahí que financiaran las actividades y a los candidatos políticos que más se ajustaran al modelo de liberalismo que pretendían promover. Su ideario liberal se nutría de los Padres Fundadores, con su noción de un poder estrictamente limitado, y una clara aversión a la intervención del Gobierno y los impuestos. En política económica propician el mercado libre, y en política exterior, la paz.
Robert A. Levy y Peter N. Goettler, dirigentes del Cato Institute, escribieron: “La dedicación de David a nuestros principios liberales a menudo le granjearon injustas críticas y vituperios en la escena pública. Pero, como nosotros, estaba movido por una firme creencia en que la libertad es la vía para el florecimiento humano, y mediante ella cada persona puede vivir una vida próspera y profunda en un país y en un mundo en paz”.
Los gruesos calificativos que le dedica “El País”, en resumen, no parecen reflejar una realidad incuestionable, sino el sesgo antiliberal predominante en dicho medio, como en muchos otros. Es entretenido pensar qué habrían escrito si los Koch fueran de izquierdas, y financiaran al Partido Demócrata.