La economía se frena, en España, en Europa y en el mundo; hay tensiones geopolíticas entre grandes potencias; hay ataques terroristas; y sube el petróleo. Todo parece ajustarse al viejo tango, y al miedo de encontrarnos con el pasado que vuelve.
Las diferencias con el pasado, sin embargo, son diáfanas. Tras el ataque terrorista de este fin de semana, el crudo experimentó una subida tan intensa como no se había registrado desde comienzos de los años 1990. Pero entonces estábamos en una guerra, la llamada Segunda Guerra del Golfo. Hoy no hay conflictos bélicos de semejante dimensión, y no está claro todavía un punto clave de la presente interrupción de la oferta normal de crudo: su duración. Ayer apuntaba el Wall Street Journal que las reservas de la propia Arabia Saudí (188 millones de barriles de crudo, y 97 millones de productos refinados del petróleo), sin contar con la producción ni las reservas de ningún otro país, garantizan las exportaciones durante unos 35 días. Y el lunes por la noche se había restaurado la tercera parte de la capacidad productiva dañada.
Por su parte, la columna Lex del Financial Times ponderaba la posibilidad de que la oferta saudí tardase algún tiempo para estar otra vez a pleno rendimiento, pero no le parecía que equivaliese a una perturbación gravísima del mercado, aunque sí lo suficiente como para reducir las expectativas de la OPV de Aramco, la petrolera estatal saudí.
No parece, pues, que estemos ante una crisis como las del pasado, aunque es indudable que nuevos ataques terroristas bloquearían más la oferta e impulsarían más los precios al alza. Se ha estimado que una subida hasta el entorno de los 90 dólares/barril representaría una carga adicional para nuestra economía superior a los 10.000 millones de dólares.
Siendo el encarecimiento del crudo una obvia carga, lo malo es que unos mayores costes de nuestros combustibles se combinarán con una economía que se frena. LA RAZÓN resumió así la situación: “La economía se ralentiza a mayor ritmo y la deuda crece “y “los españoles producen y consumen menos de lo esperado”. Según la revisión realizada por el INE, el crecimiento del año pasado fue del 2,4 % y no de 2,6 %, la deuda pública aumentó hasta casi casi el 97,6 % del PIB, mientras que el déficit se mantuvo en torno al 2,5 % del PIB. Este año la economía española podrá crecer algo por encima del 2 %, pero las estimaciones confluyen en que no alcanzaremos esa cifra en 2020.
Por lo tanto, incluso descartando unas mayores tensiones en el mercado del crudo, los otros datos de la economía bastan para dibujar un horizonte complicado. Para más “inri”, nuestros gobernantes, en vez de estar conteniendo gastos e impuestos, y abriendo y flexibilizando los mercados para amortiguar el trastazo futuro, están haciendo o nada, o lo contrario.
A los gobernadores no les interesa lo más mínimo eso, les interesa los votos y llevarse cuanto más mejor. Además no tienen ni idea de economía solo saben intentar llevarnos al huerto.
Un saludo