Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, también parece tener todas las propuestas. Ahora bien, sospecho que no fue casual que las abundosas medidas “progresistas” presentadas ayer coincidieran con los malos datos del paro.
Warren y su banda han perpetrado una maniobra audaz destinada a neutralizar esos datos, a seguir arrinconando a Paulita Naródnika y sus secuaces de la extrema izquierda, a dar la impresión de que realmente los socialistas pueden y saben cómo resolver el problema del paro, y que si no se resuelve la culpa no será nunca de ellos sino de otros, singularmente de quienes aún no permiten a Warren ser un presidente en plenitud de facultades. En efecto, a la crisis mundial, la guerra comercial y el Brexit, añaden otro argumento desopilante plasmado ayer en un titular de “Cinco Días” difícilmente superable: “El PSOE plantea la investidura como arma clave contra la desaceleración”. Pero el muñeco que han montado tiene varias piezas, y no es seguro de que vayan a funcionar correctamente.
Con respecto al desempleo, las cifras conocidas ayer habían sido a grandes rasgos anticipadas por los analistas, pero de todas maneras fueron inequívocamente negativas. La subida del paro en 54.400 personas fue la mayor en esta década, mientras que caída de la afiliación de la Seguridad Social en 213.000 personas fue la mayor registrada en un mes de agosto desde 2008. Por eso tituló nuestro periódico: “El mercado laboral retrocede a las peores cifras de la recesión”. Según el BBVA, en datos brutos, “el paro creció en todos los sectores no agrarios, especialmente en servicios (45.700 personas) y construcción (11.400), y cayó en la agricultura”.
Dada la situación, y las señales de desaceleración de la economía, la propaganda resulta aún más imprescindible para los de Warren, y de ahí las medidas de ayer. ¿Cómo vamos a echarle la culpa del paro a unos angelitos tan laboriosos, entusiastas y prolíficos, que son capaces de engendrar nada menos que 370 medidas “progresistas”?
Pero las medidas contemplan un aumento del gasto público y por tanto de la presión fiscal. Esto último será negado una y otra vez por Warren y compañía, pero el ataque a los contribuyentes resplandecerá, por así decirlo. En efecto, el trilerismo fiscal será practicado a mansalva, arguyendo que unos impuestos suben y otros bajan, pero en conjunto es obvio que los impuestos subirán. Para disfrazarlo, los pretendidos progresistas hablan de tasa Tobin, tasa Google, impuestos verdes, etc. etc., como si todo eso no lo fuera a pagar al final usted, señora.
En cuanto al paro, y en demagogia destinada también a la ultraizquierda y los sindicatos, repiten los socialistas la necesidad de derogar “los aspectos más lesivos de la reforma laboral”. A tenor de sus propuestas, cabe temer la ratificación de que nada hay más lesivo contra el empleo que la propia izquierda. Y, con todo, Warren Sánchez puede encaminarse hacia nuevos triunfos. Nos vemos en el hall del teatro.