Pasa el tiempo, pero no mis manías. Como todos los veranos, aquí van perlas andaluzas cultivadas en el mismo necio intervencionismo que predomina en cualquier otra parte.
Ha cambiado el Gobierno andaluz, pero no estoy seguro de que haya cambiado nada más. Leí en el Diario Sur que el consejero de Hacienda de la Junta, Juan Bravo, definió las primeras cuentas de la derecha como “los presupuestos más sociales de la historia”. Es decir, que gastan como nunca. Es decir, lo mismo que dijo e hizo la izquierda durante décadas.
El truco lo expuso el nuevo presidente andaluz, y lo publicó La Razón Andalucía: Juanma Moreno alabó el trabajo de su consejero de Hacienda a la hora de “cuadrar el círculo”, a saber, subir el gasto social bajando impuestos y cumpliendo con el déficit. ¿Bajarán de verdad así los impuestos? El señor Bravo lo aseguró, según leí en el ABC de Sevilla, pero añadió: “no podemos anticipar todavía cuáles”. Lo que sí podemos anticipar es que la asociación PP/Ciudadanos no está por la labor de bajar ningún gasto, ni de intervenir menos, sino más, por ejemplo, en la energía. Y así, mientras uno de cada cuatro asalariados sevillanos es empleado público, el portavoz del PP en el Ayuntamiento de Sevilla, Beltrán Pérez, criticó que haya menos subvenciones, porque con menos gasto públicos los comerciantes “se encuentran abandonados”. Y cuando el ayuntamiento de La Línea de la Concepción planteó ser una ciudad autónoma para poder bajar mucho los impuestos, el secretario general del PP en Cádiz, Andrés Núñez, montó en cólera, porque ya hay allí un paraíso fiscal, Gibraltar —no vayamos a caer en la tentación de imitarles, y tener tanto empleo y prosperidad como los llanitos.
Siendo esto así, la izquierda niega la evidencia. Informó La Voz de Cádiz de que la parlamentaria y dirigente del PSOE andaluz, Araceli Maese, aseguró que la derecha “ataca la sanidad pública” y aspira a “convertir el SAS en una entidad privada”. Toni Valero, líder de Izquierda Unida, también acusó a las nuevas autoridades de acometer “una privatización encubierta de servicios públicos”. Pero la verdad, como publicó El Mundo Andalucía, es que en la sanidad pública andaluza no se van a privatizar ni las lavanderías.
Nada de esto tiene gracia, como no la tiene el alcalde de Cádiz: el señor “Kichi” se opuso al estreno gaditano de Uber, y poco después algunos de sus conductores fueron acosados. Más gracioso es que casi dos centenares de viviendas protegidas hayan sido utilizadas como alquileres turísticos, o que el consejero de Presidencia, Elías Bondodo, haya tenido que aclarar que a partir de ahora “no hará falta tener el carnet del PSOE” para trabajar en la Administración en Andalucía.