Tituló El País: “La OCDE advierte sobre el declive de la ‘exprimida’ clase media”. El antetítulo era: “Un informe alerta de que este grupo social está menguando debido al estancamiento de su nivel de vida, mientras que el de las rentas altas mejora”. Es decir, se sugiere que son los asquerosos ricos los culpables de la mala situación de la clase media.
Pero esto no se sostiene lógicamente: si los ricos son más ricos eso no es necesariamente la causa de que los demás no puedan enriquecerse, o incluso que se empobrezcan. Si fuera así, si la economía fuera un juego de suma cero, la riqueza del mundo no habría aumentado.
Ahora bien, la palabra “exprimida” podría haber evocado en el periodista lo que evoca naturalmente entre las personas corrientes: el poder político, sus regulaciones y sus impuestos. Pero no, aquí parece que lo malo es un sistema desigual: “la percepción de los ciudadanos ante esta disparidad es que el sistema económico actual es ‘injusto’ y que la clase media no se beneficia del crecimiento de la misma manera con la que contribuye”.
¡Contribuye! Dirá usted: ahí está la clave: ahora el periódico denunciará que la clase media es la principal pagadora de impuestos.
Pues, no. El artículo prosigue diciendo que la clase media se ve afectada por el aumento de los precios de la vivienda y por el mayor endeudamiento. Nada se dice sobre que ambas cosas están condicionadas por el poder, sus regulaciones y su política monetaria. Lo alarmante son “los crecientes problemas de desigualdad en el mundo”.
La OCDE afirma que una de cada tres personas es “económicamente vulnerable”, y todo esto sucede en países con grandes Estados de bienestar, y el diario apunta: “lo que hace la situación más chocante”.
¿Por qué más chocante? Lo realmente chocante sería que esto se produjera sin el Estado. Pero si el Estado está, y es grande, no puede financiarse sin crujir con impuestos a la clase media, que es donde está la gran bolsa de riqueza en manos de personas que carecen de recursos para eludir la tributación.
Tributación, veamos. Merece la pena leer el artículo de Sandro Pozzi sobre la “exprimida” clase media. Es un reflejo perfecto del pensamiento único, porque la palabra “impuestos” no aparece nunca.