Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, corre peligro si muchas trabajadoras detectan sus bulos y deciden no votarle. Para evitar esa calamidad, la estrategia socialista es acentuar el doble retrato de la derecha como un infierno y de la izquierda como un cálido refugio. Lo hemos visto hace poco: desde el PSOE han vuelto a utilizar a los pensionistas como arma electoral arrojadiza. Tituló “El País”: “Sánchez acusa al PP de querer recortar las pensiones y ofrece blindarlas”.
La retórica es impecable. Lo primero que hace Warren es acusar, es decir: “Señalar a alguien atribuyéndole la culpa de una falta, de un delito o de un hecho reprobable”. Y qué terrible falta, señora, nada menos que “querer recortar las pensiones”. El PP anhela empobrecer a los pensionistas. ¿Es concebible algo más cruel?
Naturalmente, era mentira, pero lo importante era exhibirlo como verdad, repetirlo mil veces, como recomendaban Goebbels y su admirado Lenin, y presentarse como la mejor solución. Y aquí viene la palabra clave: “blindar”. Warren es tan amigo de los pensionistas que va a garantizar su pensión. Prometió defender el Pacto de Toledo y blindarlo en la Constitución. Sus palabras fueron joyas de la propaganda y la mendacidad: “Que no conviertan en mercancía lo que es un derecho y la clave de bóveda del Estado de bienestar”.
Su capacidad de falsificar es considerable. Habla de defender el Pacto de Toledo, el mismo que no ha resuelto nada, el mismo al que todos los partidos acaban de dar un carpetazo. Quiere blindarlo en la Constitución, la misma que fuerza al Gobierno a defender la propiedad privada y al mismo tiempo a vulnerarla, con lo que difícilmente puede proteger eficazmente los derechos de los ciudadanos. Las grandes subidas de impuestos de las últimas décadas, los abultados recortes padecidos por las trabajadoras, han sido constitucionales. Conviene no olvidarlo.
El que prefiere olvidarlo es el propio Warren, demonizando a las mercancías, que son precisamente lo que las personas no estamos obligadas a pagar si no las deseamos comprar. Toda semejanza con la política es mera coincidencia. La sacralización del “derecho” es, naturalmente, otra mentira, porque Warren no quiere, ni puede, defender todos los derechos de las mujeres: si va a respetar los de las pensionistas tendrá necesariamente que violar los de las trabajadoras.
Por fin, recuerdo que hace un tiempo vi en la prensa gubernamental otro bonito truco progre. Al haberse negado a apoyar los Presupuestos de Warren, sus críticos no pueden quejarse del déficit, dado que el déficit se dispara ¡porque no hay Presupuestos! Es muy sencillo: con Presupuestos todo iría bien porque subirían los ingresos, y no habría déficit.
Warren Sánchez pone en riesgo los derechos de las trabajadoras, con lo que es posible que muchas decidan efectivamente blindarse ante él. Nos vemos en el hall del teatro.