Todos los votantes somos incautos. Sólo falta que los medios de comunicación informemos sobre ello.
Las personas somos “ignorantes racionales”: rechazamos la adquisición de conocimientos si el coste de adquirirlos es superior a los beneficios que podrían reportarnos. Los votantes somos ignorantes sobre los complejos asuntos públicos decididos por políticos, legisladores y burócratas, y también estos tres grupos ignoran los matices y costes de las medidas que aprueban y aplican. Una consecuencia es que electores y elegidos tendemos a buscar atajos que aparentemente resuelvan los problemas.
Los políticos se manejan a menudo con consignas que, sin base empírica sólida, les permiten minimizar los costes políticos de sus medidas y maximizar sus beneficios y los de los lobbies que viven del dinero de todos. De ahí, por ejemplo, las alarmas que buscan aterrorizar al pueblo augurándole una catástrofe climática inminente, o asegurándole que España es de los países con mayor violencia contra las mujeres.
Los electores acudimos a votar despreocupadamente, porque algo de conciencia tenemos sobre la inutilidad de nuestro voto, pero la política brinda tema de conversación y aloja propensiones sentimentales. Una de ellas es seguir votando a un partido creyendo que se ajusta a nuestros valores, ignorando que rara vez o nunca los políticos adoptan medidas que les perjudiquen a ellos, aunque beneficien a la sociedad. Los hechos demuestran esta inercia. Rajoy prometió bajar los impuestos y los subió, pero los electores no extinguieron al Partido Popular; después de casi cuarenta años de una gestión deficiente y corrupta, los socialistas ganaron las últimas elecciones andaluzas. No asombra, por tanto, la ingenuidad y los atajos de los votantes de izquierda, de centro y de derecha que creen que Podemos, Ciudadanos y Vox, son partidos profundamente novedosos en sus planteamientos y propuestas.
Veamos unas muestras periodísticas de atajos para incautos. Tituló El Mundo: “Sánchez regala otros 244 millones a los pensionistas”, cuando debió aclarar que Sánchez no regala absolutamente nada, porque el dinero no es suyo, y debió subrayar quién pagará ese “regalo”. Publicó La Razón: “El Gobierno blinda las pensiones al IPC sin resolver el futuro del sistema”, como si a los políticos les hubiera interesado alguna vez arreglar la Seguridad Social, en vez de aprovecharla políticamente. Informó El Pais: “El Gobierno sube 10,3 millones de pensiones entre el 1,6 % y el 3 % en 2019”. No dijo que Sánchez solo quiere el voto de esos millones, y por eso lo hace. En cambio, editorializó: “Y los pensionistas ganaron la batalla”, lo que es un atajo para no contar quiénes la han perdido: los contribuyentes y los pensionistas de mañana.
(Artículo publicado en Informadores, Nº 66, febrero 2019.)