Pauper Oikos oyó cantar la marcha populista por excelencia, Allons enfants des locataires!, y supo que auguraba la llegada de Paulita Naródnika guiando a los inquilinos.
—La burbuja en los precios de los alquileres de las principales capitales requiere de medidas que garanticen el derecho a una vivienda digna —anunció la lideresa.
La muchedumbre, entusiasmada, empezó a gritar: “¡Menos especular y más Galapagar!”.
—Estáis todo el rato con lo de la dignidad —observó el reportero de Actualidad Económica—. Pero las medidas que proponéis siempre apuntan a jorobar a la gente, lo que no me parece digno en absoluto.
—De eso nada —protestó Paulita—. Lo que hay que hacer es legislar para prohibir los desahucios, controlar los precios de los alquileres, y asegurar así a que la gente ejerza efectivamente el derecho a la vivienda.
—Así no sólo no resolvéis el problema sino que lo agraváis, porque todas vuestras medidas conducen a un aumento de la demanda junto a una reducción de la oferta. No veo cómo se puede concluir de allí que los precios van a bajar. En Venezuela…
El reportero no pudo seguir: había dicho la palabra prohibida, y Paulita Naródnika, encolerizada, bramó:
—¡No quiero oír hablar de Venezuela ni de Iscariote Errejón! Ya he dicho en el Senado que me arrepiento de haber elogiado tanto el régimen chavista. Y subrayé además que la situación venezolana me parece nefasta. ¿Qué más quieres que diga?
Pauper Oikos sonrió y respondió:
—No quiero que digas nada, sólo quiero que practiques un poco de coherencia. Me parece muy bien que critiques ahora la tiranía de Maduro. Pero lo que no puedes hacer es criticar el régimen y al mismo tiempo proponer las mismas medidas de control de los precios que han generado la desastrosa escasez que padece el pueblo venezolano.
—Venezuela es un caso especial, no vale generalizar.
—Al contrario, en lo del control de los precios sí que vale —apuntó Pauper Oikos—. Podemos remontarnos a los sumerios…o a la dictadura franquista, que también controló los alquileres, y fue un desastre. Pero si quieres te pongo un ejemplo de Estados Unidos. En San Francisco controlaron los alquileres y dificultaron los desahucios, como queréis hacer vosotros. Y al final se benefició especialmente a los ricos, potenciando la desigualdad.
—Pero hubo gente con alquileres más asequibles —objetó Paulita, mirando de reojo a los inquilinos, cada vez más desconfiados.
—Esos afortunados fueron cada vez menos, porque el resultado global de las políticas intervencionistas en el mercado del alquiler fue, como siempre, la reducción de la oferta de viviendas que comportó pérdidas sustanciales en el bienestar del pueblo.
Los inquilinos contemplaron a la lideresa populista con creciente irritación, y entonces Paulita Naródnika le sugirió a Pauper Oikos que era mejor marcharse cantando: If you’re going to San Francisco/Be sure to wear some flowers in your hair.