Pauper Oikos contemplaba el futuro con recelo. No por la amenaza de desaceleración económica, que también, sino por la aceleración con la que vio acercarse a Sanato Peladinho, nuestro brasileño ministro de Economía, que jamás decía nada concluyente. Y así fue, porque, tras los saludos de rigor, proclamó:
—Hay grupos que en principio deberían estar dispuestos a discutir los Presupuestos porque suponen una reducción del déficit. Es decir, que aquellos que defienden la ortodoxia presupuestaria deberían tener puntos en común. Y al mismo tiempo permiten llevar a cabo una política social y mejorar la justicia de la parte de los ingresos, y eso debería también permitir la discusión con otro lado del espectro político.
—Y dos huevos duros —ironizó el reportero de Actualidad Económica—. Lo cierto es que la política presupuestaria de Warren Sánchez estriba en atenuar la percepción popular de que sistemáticamente hace dos cosas: crujir a las trabajadoras con más impuestos y ceder aún más ante los independentistas.
—No me parece bien mezclar cuestiones presupuestarias con otras que no tienen nada que ver —objetó Sanato.
—¡Cómo no van a tener que ver si no se entiende lo uno sin lo otro! —protestó Pauper Oikos.
Peladinho recurrió a su viejo truco: cambiar de tema para seguir sin decir nada:
—Podemos prorrogar los presupuestos: es una opción prevista en nuestro ordenamiento jurídico y no sería la primera vez que se utiliza. De momento, ya hay algunas cuestiones en marcha, como la creación de las nuevas figuras tributarias, el impuesto a las transacciones financieras y el impuesto digital sobre las grandes plataformas.
—Y todo lo pagará la gente, igual que el impuesto al diésel o el AJD.
—La fiscalidad medioambiental no es algo que esté planteándose solo en nuestro país. En todas partes se reflexiona sobre cómo crear los incentivos adecuados para favorecer el tránsito hacia una economía sostenible desde el punto de vista medioambiental. Creo que la aproximación del Gobierno es prudente —sostuvo el ministro, sujetando al reportero, que intentaba escapar—. Y el impuesto sobre Actos Jurídicos Documentados está transferido a las autonomías. Privarlas de recursos pone en peligro su capacidad para atender las necesidades y los derechos de los ciudadanos.
—Si tienen menos ingresos, gastarán menos, pero los menores impuestos aumentarían los derechos de los ciudadanos para atender ellos mismos a sus necesidades.
Los ojos en blanco del ministro revelaron que esa lógica se le escapaba. Cambió otra vez de tema, manteniéndose en el lugar común:
—Nuestro sistema de Seguridad Social es sólido. Pero ello no significa que no haya que reflexionar sobre la estructura de ingresos y de gastos para garantizar que las pensiones son dignas ahora y también dentro de veinte o treinta años.
Pauper Oikos, desesperado, huyó a la carrera mientras oía a Sanato Peladinho soltar la última obviedad:
–Mientras haya déficit público, la deuda aumentará en términos absolutos.