Un ensordecedor entrechocar de medallas precedió a un grito victorioso:
—¡Nos quedamos! ¡Nos quedamos!
Era Pepita Abalorios, la destacada lideresa organizativa de Warren Sánchez.
—¿Dónde? —preguntó Pauper Oikos.
—¿Y dónde va a ser, so, bobo? En el poder, claro. Aunque a la derecha se le haga insoportable, aunque solo sea por eso, no le daremos el gusto de convocar elecciones generales. No nos vamos a ir. Que tengan un poquito de paciencia, porque si alguien cree en las elecciones y ha luchado por ellas, es el PSOE.
El reportero de Actualidad Económica le hizo ver la contradicción entre luchar por las elecciones y huir de ellas como de la peste. Pepita le replicó:
—Las habrá, con toda seguridad, pero al Gobierno de Warren aún le queda mucho daño que reparar y mucha justicia que hacer.
—Eso de que el Ejecutivo haga justicia inquieta a los liberales desde Montesquieu —reflexionó Pauper Oikos—. En fin, en vuestra arrogancia reparadora os creéis ángeles que resolvéis problemas sin coste alguno y sin crear ningún problema nuevo. Pero basta una observación somera para comprender que no es así: vais a subir los impuestos y a recortar la libertad de los mercados, con grave daño a las trabajadoras.
—No es eso: sólo vamos contra los ricos.
—Es un camelo, y lo sabes, igual que sabes que vais de demócratas pero si os quedáis, sólo podréis gobernar por decreto.
—Gobernaremos de la forma más parlamentaria posible, porque cada Real Decreto lo tiene que aprobar el Parlamento. En los años del PP, Barbie se dedicó a conservar lo que hicieron con mayoría absoluta, a administrar el país sin tocar nada. No había Gobierno.
—¡Ojalá no hubiese habido! —exclamó el reportero—. Barbie subió los impuestos y dañó al pueblo, igual que ahora vosotros. Por cierto, lo hizo con vuestros mismos argumentos, es decir, recurriendo a la fantasía antiliberal según la cual el bien principal a proteger es el Estado, y no la libertad y los derechos de la gente.
Pepita Abalorios se acomodó las medallas y declaró solemnemente:
—La derecha española no es constitucionalista. La Constitución significa sumar, no se puede ser constitucionalista restando.
—Es un punto interesante —reconoció Pauper Oikos—. Porque resulta que, hablando de restar, todas las subidas de impuestos que han restado bienes a las ciudadanas fueron constitucionales…
—La Constitución es una conquista democrática…
—Pero democracia significa elegir, y los españoles votan, pero no queréis que elijan ni siquiera si prefieren o no ir a los toros.
La lideresa socialista proclamó:
—Tenemos una visión de España que no tiene por qué coincidir con esa casposa en la que todos tenemos que ser toreros y cazadores. Yo no impongo mis gustos a nadie.
—¡Brava! —saludó el reportero—. Si haces eso abandonarás el vasto campo de los socialistas de todos los partidos. Y recuerda que la cantinela pseudo-ecologista ya hizo perder votos a la izquierda en Andalucía.
Ambos amigos optaron por marcharse cantando Libertad sin ira.