Warren Sánchez es el hombre que tiene todas las respuestas. Si los de Podemos creían ser los más demagogos de España, comprobaron que el Gobierno de Warren es también ducho en tomarle el pelo a la gente. Su impuesto hipotecario a la banca, en efecto, y su insistencia en que los ciudadanos van a pagar menos, o nada, es un prodigio de mendacidad populista. Como editorializó este periódico el viernes: “lejos de aliviar la carga fiscal a los hipotecados, la reforma exprés del AJD la aumentará”.
Reconozco el talento de la izquierda para la propaganda, pero existe el riesgo de que el personal perciba que lo están engañando, y se enfade. ¿Qué hacer ante un pueblo iracundo que detecta el saqueo?
Sospecho que Warren y sus secuaces intentarán una doble estrategia. La primera es la clásica de divide et impera, el principal ardid mediante el cual los Estados han usurpado cada vez más los bienes y libertades de sus súbditos. Es decir, acentuar la discriminación de tal forma de alimentar la fantasía de que aunque nos toque pagar más, será solo un poco más, será siempre por una buena causa progresista, será menos de lo que nos temíamos, y, en todo caso, siempre menos de lo que pagará el resto de los oprimidos, que son más ricos que nosotros.
Ahora bien, esa maniobra tiene rendimientos políticos decrecientes una vez que la presión fiscal ronda un cierto umbral, digamos, de en torno al 40 % del PIB. De ahí que sea necesario complementarla con otras, como la famosa “en Europa pagan más”.
He visto en los medios adictos, asimismo, junto a la habitual táctica paranoica (nos ataca el “neoliberalismo”, etc.), un argumento antiliberal inteligente y osado que no solo asume los impuestos sino también su repercusión, y les arroja a los liberales a la cara su propia queja. Es así: si protestamos porque gravar a un sector con un impuesto repercute en el precio que paga el ciudadano, lo que hacemos es negar la legitimidad a todos los impuestos. Qué horror, es el último bastión neoliberal, el chantaje capitalista desregulador, etc.
Jeremy Bentham lo planteó por primera vez hace dos siglos: “No tengo, ni he tenido ni tendré jamás aversión alguna, sentimental o anárquica, a la intervención del gobierno. Dejo para Adam Smith y para los campeones de los derechos del hombre el hablar de invasiones de la libertad natural y el esgrimir como argumento especial contra esta o aquella ley un argumento cuyo efecto sería la negación de todas las leyes” (Economic Writings, Vol. 3, pág. 257).
¿Negaría usted, señora, señor, todas las leyes, y, por tanto, todos los impuestos? No se pierda el próximo capítulo de la serie: “Warren recauda en el hall del teatro”.
Otra forma más de infantilismo y maniqueísmo. En cuanto te apartas un milímetro de «su equilibrio» el sistema ideológico actual se comporta de manera inestable, expulsándote hacia el extremo hacia el que te deslizaste levemente. Y no te molestes en argumentar nada, que el San Benito ya te lo han colgado…