Como adelantó LA RAZÓN, el Gobierno planea maquillar las cuentas de la Seguridad Social para rebajar artificialmente su déficit alrededor de un 6 %. Se trata de un escándalo y de una doble trampa, porque las autoridades intentarían no sólo engañar a la Unión Europea sino también a los trabajadores y cotizantes españoles.
Hablando de cotizantes, Warren Sánchez y sus secuaces ultiman otro truco para sablearlos, que se resume así: para conseguir un sistema justo y eficiente de cotización a la Seguridad Social en el caso de los autónomos es necesario que los que ganen más paguen más, y que los que ganen menos paguen menos.
Les molesta la libertad de los autónomos de elegir la base a la que quieren cotizar, y que millones hayan optado por la base mínima. Como no pueden exhibir este argumento paladinamente, lo que hacen es sostener que las trabajadoras que así se comportan libremente son estúpidas o, concretamente, miopes. Lo afirmaron hace poco María José Landaburu y Valeriano Gómez en un artículo en El País. Decían allí que los autónomos que cotizan poco no son capaces de ver el futuro, “porque como consecuencia de ello las pensiones generadas por una cotización así están en un nivel muy inferior a las de los trabajadores asalariados. Los problemas no acaban aquí. En un sistema contributivo la pensión tiene que ver con lo que se ha cotizado a lo largo de la vida laboral. Pero nuestro sistema de Seguridad Social tiene un suelo mínimo en la pensión de tal forma que el Estado (a través de impuestos, no de cotizaciones sociales) financia un complemento para asegurar esa cuantía mínima de la pensión. Casi el 40% de todas las pensiones generadas entre los autónomos necesitan un complemento de mínimos financiado con impuestos de todos”.
Con la engañifa de retratar a la Seguridad Social como si fuera un sistema de capitalización, donde sí es verdad que la pensión tiene que ver con lo cotizado, los autores quieren presentar a los autónomos como los culpables de que los españoles deban complementar su pensión. En realidad, como es bien sabido, y Landaburu y Gómez no pueden ignorar, el problema no lo tienen los autónomos sino todos los españoles, porque el llamado Estado de bienestar redistribuye precisamente en el campo de las pensiones, como lo prueba la financiación insuficiente de la Seguridad Social y su insostenibilidad con las cotizaciones, siendo estas, para colmo, de las más elevadas de Europa.
Lo que proponen ahora socialistas y podemitas tiene un típico caramelo: 1,5 millones de autónomos cotizarán menos. Pero el resto más, y si tienen rentas superiores a 40.000 euros, que no son precisamente millonarios, “deben cotizar más, mucho más”. Este camelo les ha funcionado antes, y puede funcionarles ahora. La clave es que los afectados por el sablazo no se quejen demasiado. Y seguramente no se quejarán, después de la última trampa, y es la de subir las cotizaciones, pero poco, bastante menos de lo que habían amenazado Warren y compañía. Casi, casi, habrá que darle las gracias al Gobierno.
Trampas y sablazos, o sea, el socialismo de toda la vida de Dios.