Que sí, que Chipre se escribe con “v”. Y Grecia y España con “w”. Es decir, las reformas económicas emprendidas por las autoridades chipriotas permitieron salir de la crisis sin recaídas.
Esas mismas autoridades fueron las responsables de la crisis, porque liberalizaron la economía parcialmente, fijando los tipos de cambio e interés y suprimiendo los controles de capitales, lo que fomentó el carry trade, el crédito y la inflación de los activos. No se animó el crecimiento de la economía sino un boom inmobiliario, con aumento de las importaciones, básicamente de bienes relacionados con la construcción. A todo ello se sumó el Gobierno subvencionando la compra de viviendas.
La burbuja explotó en 2010. Daniel Fernández Méndez explica en su reciente tesis doctoral que entonces apareció una nueva oportunidad de carry trade. Como ya no se podía en la construcción, porque había empezado la crisis y los bancos tenían muchos préstamos hipotecarios y dirigidos al inmobiliario, muchos decidieron entonces apostar a otro negocio, supuestamente más seguro y conservador: la deuda pública.
El asunto era “tomar posiciones largas en los bonos de la eurozona con rentabilidades crecientes, y tomar la opción contraria con posiciones cortas con rentabilidades a la baja, fundamentalmente bonos alemanes”. Esto se basa en la teoría de que los bonos soberanos emitidos dentro de una misma área tienden a converger en rentabilidad.
Así sucedió en Europa desde finales de los 1990 hasta principios de los 2000, y se mantuvo hasta 2007, cuando usted recordará al irresponsable de Zapatero asegurando que éramos iguales que Alemania. Desde ese año las primas de riesgo empezaron a ampliarse. “Si la teoría de la convergencia hubiese sido verdadera, entonces existía la posibilidad del carry trade”.
No era verdadera, los spreads no bajaron, y no hubo convergencia sino divergencia hasta el segundo rescate griego de febrero de 2012. En ese momento la banca europea perdió mucho dinero con esta inversión, tras el default griego. El impago de su deuda privada llevó a que el sistema bancario chipriota se viese golpeado en su pasivo y su activo por la triple crisis: deuda pública griega, créditos internos en Chipre, y deuda privada griega.
Y aquí vienen las letras. En Grecia se acordaron grandes reformas y recortes del gasto público, que no se concretaron; como los impuestos no bajaron, la economía no creció, sino que se recuperó y recayó, como sucedió en España por las desgraciadas subidas de impuestos de Zapatero y Rajoy. En cambio, en Chipre se hizo un rescate bancario esencialmente tipo bail-in, se ajustaron las finanzas públicas, y se reformaron mercados mejor y más profundamente que en Grecia: el resultado: la economía se recuperó rápidamente sin recaídas, en forma de “v” y no de “w”.