Desde hace mucho tiempo, el poder y sus socios recurren al terror para desactivar la resistencia popular ante las incursiones de los gobernantes contra sus bienes y libertades. Un miedo clásico es el de la guerra, que cohesiona a la gente detrás de los poderosos, invitándola a sacrificar la libertad en aras de la seguridad. Por eso, cuando los Estados dejaron de organizar matanzas apocalípticas como las que llevaron a cabo en la primera mitad del siglo XX, continuaron con el lenguaje belicista. Por eso Roosevelt llamó “a las armas” para defender el New Deal, y Lyndon Johnson declaró la “guerra contra la pobreza”, y por supuesto, todos los políticos organizan o favorecen “luchas” por toda clase de objetivos plausibles. El medio ambiente es terreno propicio para fomentar la legitimidad de las usurpaciones públicas a raíz del temor a perder cosas o seres valiosos o bonitos o, simplemente, existentes.
De ahí la necesidad de que promovamos estrategias para evitar el fin de las “especies en vías de extinción”. A veces, contradictoriamente, se defienden políticas que contribuyen a la extinción, por ejemplo, la prohibición de la caza, que hipertrofia a los furtivos, o la prohibición de las corridas de toros, que, de llevarse a cabo, acabaría con el toro de lidia, posiblemente el animal más bello que existe.
Sea como fuere, si se nos asegura que están extinguiéndose las especies, como mínimo hay que considerar el argumento, y ponderar su validez. Se ha dicho que hay 23.000 especies en peligro de extinción. Esto parece mucho, pero en el mundo hay identificadas 1,5 millones de especies.
Stewart Brand, co-fundador de Revive & Restore, afirma que, a pesar de quienes dicen que estamos ante una extinción inminente y masiva, como la que acabó con los dinosaurios hace 66 millones de años, ahora no está sucediendo nada parecido. De hecho, en términos de conservación, las cosas están relativamente bien.
El New York Times tituló así: “La vida en los océanos enfrenta una extinción masiva”. Pero Brand subraya que la noticia se basaba en un estudio que no decía eso, sino que desde el año 1500 han desaparecido 514 especies en la Tierra, pero solo 15 en los mares, y ninguna de ellas en los últimos 50 años.
Nótese que Revive & Restore es una ONG que trabaja en el rescate de especies extintas y en peligro de extinción mediante ingeniería genética y biotecnología. Por ejemplo, la paloma migratoria, el mamut lanudo y el urogallo grande. Sin embargo, el propio Brand advierte que su institución “evalúa estrictamente sus proyectos de reversión de extinción, con sus propios criterios y lineamientos internacionales, para asegurar que valga la pena llevarlos a cabo y sean congruentes con la conservación de la biodiversidad existente”.