Los políticos realizan toda suerte giros, porque, al revés de lo que nos dicen, no buscan el interés general sino el poder. Y para eso, a menudo han de mentir. Esa es una de las razones de que la política no tenga prestigio: sospechamos de su moralidad. Realmente son como Groucho Marx: no tienen principios firmes sino ambiciones permanentes.
De ahí que carezca de sentido ponerse solemnes y reprocharle a Warren Sánchez el haber girado a la izquierda una vez recuperado el poder en el PSOE. Es una estrategia lógica. Se funda en propuestas disparatadas y peligrosas, pero es razonable que Warren quiera recuperar los votos que le robó Paulita Naródnika con sus huestes de Podemos jugando ahora a escorarse a la izquierda.
Pero, además, resulta que quienes lamentan los bandazos de Warren hacen lo mismo que él. La propia Paulita, ahora que va de estadista, dice que bueno, en fin, hay algunas cosas de la tiranía chavista que no le gustan. Recordemos que ella misma lagrimeó en recuerdo del sátrapa Chávez. Y los anticapitalistas, como apunté en un artículo reciente, se quejan ahora alegando que la floja de Paulita ya no defiende con ardor el impago de la deuda pública y demás consignas delirantes de la extrema izquierda. Algunas figuras cercanas a Paulita incluso defienden ahora los derechos humanos en Venezuela. Es decir, en Podemos hacen lo mismo que en los demás partidos: se ajustan siempre a lo que creen que promueve más su propio interés, no el general, sino el suyo propio, que es el poder.
Todos los políticos lo hacen, y los de más éxito, aún más. Pensemos en Felipe González, abandonando el marxismo. Lo recuerdo bien en su exitosa campaña de 1982, repitiendo una y otra vez en el primer plano de la televisión: “nosotros no somos comunistas”. Resultado: 202 diputados. Pero todo era táctico. En 1985 decretó la libertad de horarios comerciales. En 1993 ganó, pero no con mayoría absoluta; Pujol le exigió arrasar con esa liberad, y la arrasó. Años más tarde también haría Pujol que Aznar ajustase sus principios. Rivera estaba dispuesto a pactar con Warren, y ahora es “liberal progresista”. Y qué vamos a decir de Rajoy, que ganó prometiendo que bajaría los impuestos y después los subió como nadie en la historia de España.
Es absurdo reprocharle a Warren que copie a Podemos, cuando todos lo hacen. El propio PP está encantado de aplicar políticas anti-desahucios y contra la pobreza energética, dos estrategias de propaganda que no tienen como objetivo principal resolver contratiempos sino acumular capital político sobre la base de beneficiar a grupos pequeños y visibles de la sociedad, cargando los costes sobre grupos grandes y desorganizados de contribuyentes y consumidores.
No está claro si Groucho Marx realmente pronunció su famosa frase: “Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros”. Los especialistas han encontrado esas palabras pronunciadas antes…y en todos los casos se refieren a políticos. No creerá usted que es por casualidad.