Un buen punto de partida para desmontar el bulo urdido en torno a Islandia es Deep Freeze. Iceland’s Economic Collapse, reciente libro que Philipp Bagus, de la Universidad Rey Juan Carlos, y David Howden, del campus madrileño de la St.Louis University, han publicado en el Ludwig von Mises Institute.
Queda allí claro el engaño sobre el liberalismo islandés. En Islandia, como en los demás países, la clave fue el intervencionismo político, en especial el monetario, y no la libertad. La crisis de Islandia (supuesto país “liberal” cuyos impuestos eran y siguen siendo de los más altos del mundo), como la de los demás países, se originó en la manipulación política de la moneda y el crédito a cargo del banco central, institución que no es independiente en ningún lugar, y tampoco en Islandia, dada la diáfana intervención política en el nombramiento de sus gobernadores.
Si Iceland is different ello no se debe a la naturaleza de la crisis sino a su magnitud, que tuvo un desenlace infrecuente: la quiebra de un país rico: “Islandia es el primer país desarrollado que sufre una calamidad financiera de esta magnitud desde la Gran Depresión”. ¿Por qué? “La verdadera razón del colapso de Islandia reside en instituciones estatales y la intervención del Estado en la economía, junto con instituciones intervencionistas del sistema monetario, nacional e internacional”.
En la magnitud del desastre subyacieron dos prácticas financieras explosivas. De una parte, el desajuste de plazos, algo habitual en la banca; de otra parte, el desajuste del tipo de cambio. Ambas circunstancias condujeron a un apalancamiento espectacular, de modo que la deuda corporativa superaba el 300 % del PIB en 2007, lo que cuadruplicaba, por ejemplo, el porcentaje de EE UU. Y el sistema bancario islandés financiaba dos tercios de esa deuda, que en un 70 % estaba denominada en moneda extranjera.
El lunes próximo hablaremos de la burbuja islandesa, pero de momento desconfíe usted de los que hablan del liberalismo islandés.