El último número de la Revista de Historia Económica incluye este interesante artículo de Gabriel Tortella, Gloria Quiroga e Ignacio Moral-Arce: “¿El empresario nace o se hace? Educación y empresarialidad en la España contemporánea” (Vol. 29, Nº 1, Primavera 2011, págs. 123-153).
Los empresarios españoles son más educados que la media de la población de nuestro país, aunque de un modo polarizado. El 38 % de los empresarios ha accedido apenas a niveles mínimos de educación, pero “sólo el 15 % del empresariado español ha cursado niveles medios de educación sin haber proseguido a los estudios superiores”. El caso británico, que analizan también los autores, es diferente: hay menos empresarios con titulación universitaria pero casi la mitad tienen estudios intermedios no universitarios. La educación práctica es claramente mejor en Gran Bretaña, y “los empresarios españoles suplen con la enseñanza universitaria las deficiencias de la media”.
La polarización española afecta tanto al tipo de estudios (ingenierías, arquitectura, derecho, económicas) como a los sectores: agricultura, banca y comercio absorben a casi al 40 % de los empresarios, y el porcentaje supera el 70 % si añadimos metalurgia, textil, transporte, construcción y química. En Inglaterra la distribución es más equilibrada. Como era de esperar, hay “una alta correlación entre sectores tradicionales y escasez de formación, y entre sectores tecnológicamente avanzados y estudios universitarios”.
En cuanto al origen social, no son las clases altas las que generan empresarios sino las medias. En su mayoría, nuestros grandes empresarios crearon sus empresas, no las heredaron, y algo parecido sucede con los británicos.
En resumen, pues, según Tortella, Quiroga y Moral-Arce el empresario se hace: “la educación que reciben los empresarios tiene un papel determinante en su ejecutoria”, mientras que “la renta familiar no parece determinante de la ejecutoria empresarial ni tampoco del nivel de estudios alcanzados por los empresarios”.