En su cuarta película, El sentido de la vida, de 1983, los Monty Python decidieron incorporar un corto antes del propio film. Se trata de The Crimson Permanent Assurance.
La resentida primacía económica norteamericana es diáfana. La aseguradora Crimson (literalmente: carmesí) es una empresa inglesa adquirida por una estadounidense mucho más grande, que de hecho se llama VBCA, Very Big Corporation of America, y los antiguos y ancianos empleados de la Crimson se rebelan contra sus nuevos y jóvenes jefes cuando uno de sus compañeros es despedido.
Parece una muestra más de la intoxicación anticapitalista tan habitual en el mundo de la cultura. Pero las cosas no siempre son lo que parecen, y menos con Monty Python.
Los encantadores viejecitos se embarcan (literalmente) en una aventura de piratas. Primero encierran a sus nuevos jefes en la caja fuerte, y al jefe de sus jefes lo hacen caminar por la plancha y arrojarse desde una ventana, como si estuvieran en alta mar. Al cabo están efectivamente en alta mar, y su viejo edificio de oficinas de estilo eduardiano leva anclas y se pone a navegar por la City de Londres como si fuera un barco, usando los andamios y las lonas como si fueran velas.
Se dirigen al rascacielos de la VBCA y lo atacan, usando los archivadores como si fueran cañones, y las palas de los ventiladores del techo como espadas. Abordan el cuartel general del enemigo y se baten en una lucha cuerpo a cuerpo contra los jóvenes y elegantemente trajeados ejecutivos. Obtienen una brillante victoria, regresan al edificio/barco, y siguen navegando.
El corto, cuyo título evoca la película The Crimson Pirate (El temible burlón) con Burt Lancaster, es muy divertido, incluso en la heroica canción marinera que cantan, que incluye un juego de palabras entre contabilidad y mar: “sail the wide accountan-sea”.
El final, sin embargo, permite una visión diferente. Resulta que llegan al extremo del mundo y, debido a que sus teorías sobre la foma del planeta eran “desastrosamente erróneas”, la tierra no es redonda y el barco se precipita al vacío con sus valerosos tripulantes.
Sospecho que cabe extraer de The Crimson Permanent Assurance una moraleja alternativa al mensaje anticapitalista más visible, y es que no se puede luchar mediante la violencia contra un competidor más eficiente. Esa eficiencia subyace a la adquisición de una empresa que todo indica que se había quedado atrasada, incluso en un sector tan tradicional como el seguro. En vez de adaptarse e imitar al competidor, deciden usar la fuerza. La estrategia solo les brinda una Victoria pírrica, porque el mundo se termina, y desaparecen.
Dirá usted: puede que desaparezcan, pero sus teorías geográficas eran en el fondo correctas: la Tierra no se acaba porque sea plana sino porque es redonda. Es verdad, pero también es verdad que ningún viejo edificio de oficinas se hace a la mar.