La gran mejoría económica de África se debió al socialismo. A su abandono, quiero decir.
Gracias a Diego Sánchez de la Cruz pude ver un interesante artículo de Marian L. Tupy (https://goo.gl/PPQmgk) que recordó que hace solo un par de décadas The Economist bautizó a África como “el continente sin esperanza”. La realidad fue justo la contraria. Desde entonces la renta per cápita media del continente aumentó en más de un 50 % en términos reales, y el PIB creció casi un 5 % anual. Entre 2000 y 2015 la esperanza de vida pasó de 54 a 62 años, y la mortalidad infantil de 80 a 49 niños muertos por cada 1.000 nacimientos. La escolarización en todos los niveles es hoy más alta que nunca en la historia. Y así con la mayoría de los indicadores económicos y sociales.
Tupy niega que todo esto se debiera fundamentalmente a un ciclo alcista en las cotizaciones de las materias primas, y afirma que la clave fue el gradual abandono del socialismo. Hay que recordar que tras la descolonización los gobiernos africanos aplicaron masivamente políticas socialistas, con intervenciones de todo tipo, controles de precios y salarios, manipulaciones del tipo de cambio, empresas públicas, monopolios estatales, y grandes expansiones monetarias. Eso los hundió económicamente.
Sin embargo, el panorama “empezó a cambiar tras la caída del Muro de Berlín. El socialismo perdió buena parte de su atractivo, y la Unión Soviética, que financiaba y protegía a muchas dictaduras africanas, se desmoronó”. La libertad económica entre 1990 y 2013, medida por el índice del Fraser Institute de Canadá, pasó de 4,75 a 6,23; el índice de libertad de comercio aumentó aún más, del 4,03 a 6,39. Las grandes inflaciones fueron quedando atrás, el último episodio ha sido Zimbabue, y hoy para el continente el índice de moneda estable y segura pasó de 4,9 en 1995 a 7,27 en 2013. El enjambre de regulaciones se redujo, la facilidad para crear empresas aumentó, e hizo lo propio la seguridad física y jurídica.
El socialismo está lejos de haber desaparecido en África, por desgracia, y queda aún mucho por hacer para consolidar un marco institucional que respete las libertades y los derechos de los ciudadanos. Según Freedom House hay solo seis países libres en el África subsahariana: Benín, Botsuana, Ghana, Namibia, Senegal y Sudáfrica. Y bastantes países se ven afectador por abusos de poder y corrupción. Pero la mejoría con respecto al pasado, y el abandono del socialismo subyacente a la misma, son claros. Marian L. Tupy concluye con una nota de optimismo: “la experiencia en otras regiones sugiere que el desarrollo institucional tiende a ir retrasado con respecto a las reformas económicas”, y augura el auge de la incipiente clase media africana, a tenor de lo sucedido ya en países que también han ido conteniendo la represión de las libertades económicas, como China y la India.