Hace un cuarto de siglo publiqué en Cambio 16 un artículo titulado “Que venga Piñera”. Me refería al economista y ex ministro chileno José Piñera, autor de la reforma de las pensiones en su país. Ya entonces se veía que en España la intervención del Estado en las jubilaciones anunciaba desequilibrios y no parecía ser capaz de garantizar el pago de unas pensiones dignas. Es decir, lo recomendable era: “que venga Piñera”.
Y vino. A mediados de los años 1990, el Círculo de Empresarios, bajo la presidencia de Carlos Espinosa de los Monteros, y siendo secretario Vicente Boceta, encargó a Piñera un estudio sobre la viabilidad de reformar la Seguridad Social, pasándola de un sistema de reparto a otro de capitalización, asegurando así su futuro.
Por desgracia, esa propuesta, que consiste en convertir a los trabajadores en propietarios de sus ahorros y pensiones, no fue considerada por nuestros gobernantes, ni de derechas ni de izquierdas. Algunos recurrieron a estigmatizar la idea porque la había aplicado el régimen de Pinochet, cuando los chilenos mantuvieron el sistema durante décadas en democracia (sólo ahora la izquierda pretende desmantelarlo, pero no es probable que lo consiga). Y el sistema ha sido adoptado en una treintena de países democráticos.
Esta semana ha vuelto José Piñera a España, a recibir el premio anual del Think Tank Civismo (https://goo.gl/Hx9Cw1), de la mano de Esperanza Aguirre, Pedro Schwartz y Julio Pomés. Precisamente, el profesor Schwartz recordó hace un tiempo que los chilenos tienen ahorros por valor de unos 200.000 millones de dólares, un 70 % del PIB, y los fondos privados de pensiones han obtenido un rendimiento medio del 8,7 % anual en términos reales. El sistema privado ha contribuido crucialmente, dijo Piñera el martes en Madrid, a que Chile haya dejado de ser un país subdesarrollado, y a que la pobreza afecte a un número cada vez menor de sus habitantes.
Subrayó José Piñera algo que no pocos liberales melancólicos se obstinan en ignorar: el liberalismo va bastante bien, gracias. Y sobre todo en América Latina. Y no es que lo digamos los liberales: lo dicen los antiliberales desde las páginas del New York Times: incluso ellos se han percatado de que el izquierdismo y el populismo han padecido allí sonoras derrotas en los últimos años, porque los pueblos les han ido dando la espalda (https://goo.gl/nSMi9i).
Mientras tanto, en España los políticos sólo atinan a recomendar una reedición del Pacto de Toledo, que, como decía mi amigo Rafael Termes, fue un pacto de silencio para no contarles a los españoles cómo funciona el sistema público de pensiones. Otro parche no resolverá nada. Los progresistas populistas griegos, el espejo de Podemos, por su lado, se dedican a rebajar las pensiones y a reprimir a los pensionistas con gases lacrimógenos.
Igual habría que pensar otra vez en devolverles las pensiones a los pensionistas. Después de todo, es su dinero ¿no? Que venga Piñera. Otra vez.