Desde la caída del Muro de Berlín, no por casualidad, se nos aterroriza con el calentamiento de la Tierra, un mal malísimo, que va a empeorar hasta la catástrofe apocalíptica, y todo debido a la libertad y sus instituciones: el mercado, la propiedad privada, el comercio, las empresas. Como es natural, la solución es que los políticos “actúen”, es decir, que recorten aún más nuestra libertad y nuestra propiedad. Es un caso de extrema necesidad porque esto, literalmente, se hunde. El calentamiento de la Tierra es un mal perfecto, sin mezcla de bien alguno.
Por fortuna, sin embargo, aún quedan voces discrepantes como la de Bjorn Lomborg, el ecologista escéptico, que brindó una visión diferente hace poco en el Wall Street Journal. Trajo a colación una investigación publicada en la revista médica británica The Lancet, que examinó nada menos que 74 millones de fallecimientos en 384 localidades de trece naciones. El estudio abarcó países fríos como Canadá y Suecia, templados como Australia, Corea del Sur y España, y tropicales o subtropicales como Brasil y Tailandia. Los investigadores “comprobaron que un 0,5 % de las muertes estaban asociadas con el calor, no sólo por problemas agudos como golpes graves de calor sino también por enfermedades cardíacas y deshidratación…pero más del 7 % de las muertes estaban relacionadas con el frío, con causas como la hipotermia y la mayor presión sanguínea y riesgo de ataques al corazón como resultado del menor flujo sanguíneo en respuesta a las temperaturas muy bajas. En los EE UU 9.000 personas mueren por el calor todos los años, pero 144.000 por el frío”.
Señala Lomborg que mientras que el Gobierno de Obama ha promovido una agenda ecologista para frenar el calentamiento de la Tierra, un estudio de la Unión Europea estima que ese calentamiento va a reducir las muertes por frío mucho más de lo que va a incrementar las muertes por calor. Otro estudio reciente publicado en Environmental Health Perspectives sugiere que el calentamiento global dará lugar a una reducción neta de las muertes en el Reino Unido y Australia. Se ha estimado que a mediados de este siglo pueden aumentar en 400.000 las muertes por enfermedades respiratorias producidas por el calor, pero se pueden reducir en 1,8 millones las muertes por incidencias cardiovasculares asociadas con el frío.
Es importante recalcar que Bjorn Lomborg no está negando ni la realidad del calentamiento ni los efectos negativos que dicho fenómeno acarrea, aunque sea cierto que no se ha agravado en las últimas dos décadas. Lo que denuncia es que, al negarse de plano a aceptar que el calentamiento posea alguna faceta positiva, los políticos, como el caso de Barack Obama, en realidad neutralizan la acción razonable frente al cambio climático: “al concentrarse exclusivamente en el lado malo del balance socavan la credibilidad académica y política”.
Hace un par de semana, en un programa de radio escuche un comentario de un estudio que había descubierto «el efecto positivo» de la estela contaminante de los carburantes de los aviones, respecto al aumento y/o recuperación de la capa protectora de Ozono.