Asociamos las constituciones a la libertad, cuando es un error. Hay constituciones en las dictaduras más oprobiosas, como China, Cuba, y Corea del Norte. Los países democráticos, todos con constituciones impecables, han registrado en las últimas décadas considerables subidas de impuestos y una multitud de controles, prohibiciones y regulaciones. Apelar a la Constitución, por lo tanto, no sólo no garantiza la protección de las libertades y derechos individuales, sino que puede promover su transgresión.
Como siempre dejando al descubierto a los demagogos de izquierdas, que bajo la manta mágica de los derechos «sociales» arrasaran cualquier otro que el individuo pueda ostentar, para finalmente volver al fesastre comunista.