Supongo que a los jóvenes de hoy el nombre de Broderick Crawford no les evocará nada en absoluto. En cambio, su rostro nos resultaba muy familiar a aquellos jóvenes que veíamos series de televisión en los años sesenta. Destacado actor norteamericano, Crawford se hizo famoso gracias a una serie de gran éxito llamada Highway Patrol o Patrulla de caminos.
Crawford interpretaba a Dan Mathews, jefe de una unidad policial en un Estado del Oeste americano, y a nos encantaban sus aventuras, los grandes coches de la policía, y las comunicaciones: sabíamos lo que el jefe Mathews decía siempre que cogía la radio para hablar con su cuartel general: “20-50 a Jefatura” –años después me enteré de que el doblaje era incorrecto, ignoro si para ahorrar una fracción de segundo, porque en el original en inglés decía “21-50 to headquarters”.
Traigo hoy la serie aquí a colación no sólo para recordar mis años mozos, aunque también, sino por otra de las frases típicas de la serie, que era: “¡pongan vallas!”. En el doblaje, creo que mexicano, el jefe Mathews siempre tenía la misma instrucción ante cualquier emergencia, que era cerrar los caminos empleando unas vallas de madera con pies triangulares.
Y algo parecido quieren hacer unos vallistas en nuestro país. Leí hace poco en la prensa que los ocho mejores vallistas de nacionalidad española pero nacidos en España habían firmado un manifiesto expresando su “malestar” ante la Real Federación Española de Atletismo por las “nacionalizaciones cada vez más frecuentes de atletas de elite”, y reclamando “reducir el número de atletas nacionalizados en los equipos de la selección nacional que participan en los distintos campeonatos internacionales oficiales”.
La intención era nítidamente proteccionista y buscaba impedir la competencia, lo que resulta paradójico en un deportista. Para que no haya dudas, reproduzco a continuación sus propuestas: “limitar el número de atletas nacionalizados a dos o tres en todas las convocatorias del equipo nacional para representar al mismo en cualquier competición internacional oficial”, y “no permitir que un mismo atleta pueda representar a un país habiendo representado anteriormente a otro”.
El argumento esgrimido fue que esas medidas “ayudarían a fomentar el atletismo de base”. Un clásico del proteccionismo es reclamar la intromisión pública en los mercados alegando que eso es bueno para los débiles, los pobres o, como en este caso, los deportistas incipientes.
Se trata de una falacia, en el deporte como en cualquier otra actividad para la que se reclame la limitación de la competencia. Es claro que las medidas propuestas no están pensadas para nuestros nuevos deportistas sino para los que ya están: son ellos los más directamente concernidos si llegan a España unos deportistas mejores que ellos.
Asimismo, la limitación de la competencia sólo es buena para quienes la reclaman, pero no es buena para los consumidores, los aficionados, ni para el deporte mismo, que para crecer y desarrollarse no necesita más trabas ni obstáculos sino más libertad.
(Artículo publicado en La Razón.)