José Manuel García-Margallo ha dicho: “Ni fumando todos los niños y los simios podrían consumir tanto tabaco en Gibraltar”. No es la primera vez que nuestras autoridades incurren en ironías de este tipo, como si los ciudadanos no supiéramos que hay contrabando de tabaco.
El diputado del PSOE por Cádiz, Salvador de la Encina, comentó que la frase de Margallo “suena a chiste franquista”, cuando no lo es en absoluto: la democracia y el franquismo son análogos en este aspecto, porque ambos regímenes insistieron siempre en eludir aspectos del contrabando que también son conocidos, como que dicha actividad no es culpa de la maldad esencial del ser humano, ni siquiera del ser humano gibraltareño, sino de los impuestos que se cobran en España, que superan con mucho la mitad del precio de las cajetillas. En tales condiciones, la rentabilidad del contrabando es tal que nunca va a desaparecer, y se trata de una rentabilidad provocada artificialmente por las autoridades de nuestro país, democráticas o no democráticas.
Añadió Margallo lo siguiente: “Un territorio con 6,5 kilómetros cuadrados que es la tercera economía del mundo sin recursos naturales, eso sólo se explica por el contrabando de tabaco y por un régimen fiscal que grava solo los beneficios que se obtienen en Gibraltar y no a los de fuera”. La prosperidad de los llanitos se debe a la misma razón por la cual todos los paraísos fiscales son prósperos: allí se pagan menos impuestos.