Desde la Antigua Roma perviven dos nociones políticas contradictorias. Por un lado, la unidad: la política como unión de la sociedad. Y por otro lado, la máxima acuñada como divide et impera.
Si en la política se empieza por cánticos unificadores y al final se impone el “divide y vencerás”, eso es regla universal del nacionalismo, que se define como divisor, y ha ganado ayer las elecciones en Cataluña, abriendo un horizonte de inestabilidad e incertidumbre.