Incontables veces hemos pedido la cuenta, pero no es frecuente que lo consideremos como el gesto característico del mercado: hemos consumido lo que voluntariamente hemos pedido, y tenemos la responsabilidad de desembolsar una suma conocida y aceptada. En cambio, una de las diferencias abismales entre la política y la sociedad es que en la primera no hay manera de aclararse con la cuenta: el que come, es decir, la autoridad, no paga, y el que paga, es decir, el ciudadano, lo hace siempre a la fuerza, y nunca sabe cuánto paga, ni cómo, ni por qué. Una nueva demostración de este peculiar juego de costes y pagos, típico de la politica, ha tenido lugar en las últimas horas a propósito del nuevo rescate griego.
(Entra aquí para leer el artículo completo, publicado en Expansión el 13 de julio.)