El ministro Luis de Guindos afirmó en una entrevista en Capital Radio que la recuperación “es un escenario de libro, positivo”. Y tiene razón.
Es de libro que las economías no se recuperan de un día para otro, que el proceso empieza durante la recesión, y que no se consolida hasta que transcurre un cierto tiempo. Todo esto ha sucedido en nuestro país, con la peculiaridad de que la recuperación se inició dos veces: empezó primero en 2009, pero las subidas de impuestos de 2011 y 2012 provocaron una segunda recesión, de la que nos estamos recuperando desde 2013. Si no se lanzan ataques más graves contra las empresas, todo indica que el enorme sacrificio descargado sobre ellas y sobre los trabajadores, muy especialmente en el sector privado, no les ha impedido acometer un doloroso ajuste que ha quedado atrás, con lo que inevitablemente la economía crece.
De ahí los plácemes del Wall Street Journal al Gobierno español, que son siempre de agradecer, sobre todo porque la prensa económica internacional, en particular el Financial Times, no siempre ha dado crédito a las posibilidades de nuestra economía de recuperarse de tantos contratiempos.
No es de libro, pero debería serlo si los economistas fueran más modestos, que los ciclos económicos guardan una peculiar relación con los errores en las predicciones de los supuestos expertos: cuando la economía entra en recesión se equivocan estimando más crecimiento que el real, y con la recuperación se equivocan al revés, y prevén menos crecimiento que el que finalmente se produce. Eso es lo que ha sucedido en el último año y medio: todos los pronósticos han sido revisados al alza.
Es de libro que todos los gobiernos del mundo se comportan ante las fluctuaciones económicas del mismo modo: culpan a otros de lo negativo y se atribuyen el mérito de lo positivo. En este último caso, además, siempre añaden que “queda mucho por hacer”, como si la economía fuera bien sólo gracias a los Gobiernos, y no a las menores dificultades con que éstos lastran a la empresa privada.
Es de libro que el impacto de las políticas económicas es múltiple y variado, y a menudo contradictorio, con lo cual los balances no son siempre sencillos de cuadrar. Pero también es de libro que los períodos electorales suelen ser propicios para la economía porque las autoridades rara vez se esmeran en hacerle más daño.
(Artículo publicado en La Razón.)