Shirli Gilbert es la autora de este interesante libro subtitulado: Una manera de confrontar la vida en los guetos y en los campos nazis, que publica la editorial Eterna Cadencia. Excluye el análisis de la vida musical profesional, y también la política nazi en relación con la música, desde el control hasta la propaganda, y se concentra sobre todo en “la música que crearon, interpretaron e hicieron circular de una manera informal los prisioneros” y también “las actividades musicales que iniciaron en ellos las SS”. La profesora Gilbert matiza “concepciones del Holocausto que se basan en una retórica casi mítica de santos mártires y bestias inhumanas”, y explora “un mundo profundamente humano en el cual las personas intentaban interpretar y entender lo que les estaba sucediendo en formas complicadas, contradictorias y cambiantes”.
Estudia cuatro casos: dos guetos y dos campos de exterminio. En el gueto de Varsovia “las canciones nos acercan a un mundo de incertidumbre y de marcos morales que se desmoronan”. En el de Vilna “los partisanos utilizaban las actividades musicales para alentar la resistencia activa y la rebeldía”. En Sachsenhausen “los prisioneros germano-judíos asimilados en el campo usaban las canciones del folklore yiddish para forjar un vínculo con su tradición”. Y en el más terrorífico, Auscwhitz, “se estudia cómo la ejecución forzada de música en el campo puede haber favorecido las funciones que desempeñaban las autoridades de las SS”.
(Artículo publicado en La Razón.)