Para comprender la mutación desencadenada en el PSOE por Rodríguez Zapatero basta con intentar imaginarse a Felipe González promoviendo una campaña para remover fosas de la Guerra Civil. El espíritu de la transición fue el contrario: que ningún político utilizara el pasado, entre otras razones por la idea compartida de que ambos bandos de dicha contienda tenían mucho que hacerse perdonar. En cambio, ahora el PSOE remueve las fosas que, por cierto, ya no son de la guerra sino “del franquismo”, como si el antifranquismo hubiese sido ese coro angelical que ha pretendido retratar la propaganda.