Sabido es que hay supuestas frases célebres del Quijote que no aparecen en el libro. Una de ellas es “cosas veredes Sancho que non crederes”. Pero no hablaré hoy de literatura y equívocos sino de economía e incredulidades. En efecto, la palabra “crédito” proviene del latín “credere”, creer, y si hay algo que parece increíble en nuestro país es que pueda volver el crédito.
Sin embargo, es probable que vuelva. Nuestras entidades financieras han subrayado a lo largo de 2014 que su actividad crediticia se ha animado en todos los frentes, desde Pymes hasta el consumo, pasando incluso por las hipotecas. El viernes pasado razonó en ese mismo sentido Francisco Gómez, consejero delegado de Banco Popular.
La hipótesis de la vuelta del crédito viene avalada por la oferta y la demanda. Tras los test de estrés, la oferta estará en mejores condiciones, siempre que las pruebas hayan sido bien hechas, lo que comprobaremos si pasa el tiempo y no hay sustos. El matiz desde el lado de la oferta es la capitalización, porque, como recordó “Cinco Días”, la autoridad bancaria europea ya ha advertido “a los bancos, también a los aprobados, que la prueba no es el final de la búsqueda de capital y que habrá nuevos desafíos regulatorios”. Esto podrá restringir la oferta, pero en ese caso, dada la enorme expansión orquestada por el BCE en su propio balance, aumentará la presión para que se desvíe hacia la llamada “banca en la sombra”, que cumplirá un papel más activo que en el pasado, precisamente por los mayores controles sobre la banca, digamos, “iluminada”.
Del lado de la demanda, el duro ajuste del sector privado puede estar tocando a su fin, con la consiguiente reactivación de las solicitudes de crédito.
Nada de esto comporta diagnosticar el paraíso. Al contrario, la irresponsabilidad de las autoridades ha llevado a no reducir el gasto público ni los impuestos, y a crear una enorme deuda pública que ningún enjuague contable va a hacer desaparecer. Y los problemas de deuda no se resuelven indefinidamente con más deuda. La vuelta del crédito no es, por seguir con el Quijote, ningún bálsamo de Fierabrás, como vimos en la última burbuja. Lo único que puede arreglar la deuda es el crecimiento, y es el mismo crecimiento que las mismas autoridades obstruyen con sus acciones y omisiones.
(Artículo publicado en La Razón.)