Alfred Bosch, portavoz de ERC en el Congreso de los Diputados, se quejó de las subidas del IVA porque “perjudican a la gente más modesta, porque gravan a todo el mundo por igual”. Inmaculada Rodríguez-Piñero, secretaria general de Economía del PSOE, se opuso a la supresión de la deducción por vivienda, y dijo que debería “beneficiar a las personas más modestas”. ¿Qué le pasa a la izquierda con la modestia?
Por extraño que parezca, no hay nada particularmente malo en la imposición indirecta. El liberalismo clásico la consideró la mejor fiscalidad, mucho mejor que la directa, a la que criticaron, con razón, argumentando que no podía establecerse sin que el fisco se entrometiera en la vida privada de los ciudadanos, un argumento que hoy parece ridículo, pero sólo porque al parecer ya estamos acostumbrados a las incursiones punitivas del poder. Incluso las aplaudimos.
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