La revista The Economist recordó la frase del poema The New Colossus de Emma Lazarus que más asociamos con la Estatua de la Libertad. Es la que alude al monumento como “la madre de los exiliados”, que urge al mundo a enviar hacia América “a tus agotados, tus pobres, a tus masas abigarradas que anhelan respirar con libertad”. Sin embargo, estas palabras estuvieron mucho tiempo en el interior del pedestal, y sólo en 1945 el poema fue trasladado a la entrada principal. Cuando en 1936 Franklin Roosevelt pronunció allí un discurso no dijo nada de Lazarus y los perseguidos: al contrario, definió a los inmigrantes como personas que buscan en Estados Unidos una oportunidad; son los emprendedores, “no los rezagados, no los timoratos, no los fracasados”.
De la Ilustración liberal a la mera bienvenida
En efecto, ese fue el objetivo de la estatua: iluminar con la luz de la libertad al mundo, y en particular a Europa y a Francia, de donde surge con los liberales Laboulaye y Bartholdi la idea del monumento (relaté la historia en Panfletos Liberales II, pp. 147-153). Con el tiempo el fundamento liberal del monumento fue desvirtuado, y pasó de ser una ayuda ideológica al mundo a ser una guía para quienes querían abandonar Europa y llegar a América. La antorcha dejó de significar la ilustración liberal y pasó a convertirse en una mera bienvenida que dan los dueños de casa a los invitados de fuera de ella. En realidad, se volvió un símbolo del pueblo americano, en vez de un símbolo universal de la libertad.
(Artículo publicado en La Razón.)