Hace unos años los profesores J.M.T.Balmer, S.A.Greyser y M. Urde publicaron el documento “Monarchies as Corporate Brands” (http://goo.gl/MPzCSR). Expertos en corporate branding, aplicaron sus conocimientos a la monarquía, con especial énfasis en Suecia, donde la institución tiene más de mil años y cuenta con un considerable respaldo popular. Para su investigación contaron con la ayuda directa de la Casa Real, incluyendo entrevistas con sus más altas autoridades, reyes y príncipes incluidos.
Una empresa familiar
En varios aspectos la monarquía se asemeja efectivamente a una empresa: perdurará si es independiente de las personas que la lideran, y no muere con ellas. Es decir, si es una institución, aunque pueda haber monarcas con fuertes marcas personales, como la reina Isabel II de Inglaterra, el Papa Juan Pablo II, o nuestro Rey. Cierto es que se trata de instituciones cuyos ocupantes suelen morir en el puesto, lo que no es habitual en las empresas, aunque en ambos casos se plantean incógnitas sucesorias. Potencia la imagen de marca el que la monarquía se parezca sobre todo a una empresa familiar, e incluya los elementos emocionales de ellas, los buenos pero también los malos.
[…] Pero también hay algo más, más de fondo y más relevante, también en su dimensión económica y empresarial. La monarquía es una institución, es decir, es un marco previsible y no arbitrario de nuestra convivencia. Esto podrá parecer abstracto o incluso inane, pero no lo es. Ni para lo bueno, ni para lo malo. (Cf. La monarquía como marca.) […]