Hace un tiempo critiqué en estas páginas el Índice de la Felicidad del Planeta, una absurda delicia progre según la cual Irak supera a Gran Bretaña, Haití a Estados Unidos, Afganistán a Dinamarca, y Venezuela a España. En un trabajo reciente, Helena Marques (Universidad de las Islas Baleares), Gabriel Pino (Southern Illinois University) y Juan de Dios Tena (Universita di Sassari y Universidad Carlos III) ponen en cuestión estas ordenaciones basadas en encuestas y por tanto no solamente subjetivas por definición sino también fácilmente manipulables por las autoridades.
Felicidad y preferencias reveladas
Elaboran una nueva calificación de la elusiva felicidad conforme a las preferencias reveladas, es decir, no se fijan en lo que la gente dice sino en lo que hace, y concretamente atienden a la emigración (“Do happiness indexes truly reveal happiness? Measuring happiness using revealed preferences from migration flows”, http://goo.gl/GNbAH). El llamado “voto con los pies” sugiere que un país del que todo el mundo desea escapar no puede ser muy feliz, y un país al que todo el mundo desea ir no puede ser muy infeliz. En su índice de felicidad los primeros puestos son para Hong Kong, Singapur, Nueva Zelanda, Suiza, Noruega, Israel, Corea del Sur, Suecia, Canadá y Australia; y los últimos son para Bolivia, Etiopía, Tanzania, Camerún, Senegal, Kenya, Nigeria, Sudáfrica y China. Y, en efecto, Gran Bretaña supera a Irak, Estados Unidos a Haití, Dinamarca a Afganistán y España a Venezuela. Como debe ser.
(Artículo publicado en La Razón.)
Realmente esos autores están considerando un solo factor al que consideran representativo de la felicidad. Pero eso no es serio. Lo primero que deben hacer es definir la felicidad, eso tendrá mérito, y establecer bastantes factores que contribuyan a la misma. Y a determinar una fórmula polinómica según los niveles cuantitativos de los factores. Parecido a un sistema de valoración de puestos por puntos. O un baremo de oposiciones. O los puntos que se valoran para adjudicar un contrato complicado.Y seguro que se presentaban muchas discusiones. Pero mucho más centradas que lo del factor pies. Es como si propusieran dos grupos: los que están en un monasterio contemplativo y los que están afuera. O los que escriben artículos y los que los leen.
No es un solo factor, sino el cambio de la opinión subjetiva por las preferencias reveladas.
Yo recuerdo el anterior artículo sobre la felicidad y éste es mejor, como Ud. dice. Esas preferencias reveladas que se concentran, son dependientes, en «los pies» son una parte de los motivos por los que uno cambia de país. Pero eso tiene muchas objeciones: la emigración interna, las distancias, las costumbres, la lengua, las facilidades de emigrar o de volver, etc. Y en cualquier caso hablaríamos de la felicidad por cambiar de aires a mejor.Muy económico. Pero si emplean la palabra felicidad habría que incorporar otros factores independientes. Se me ocurre: formación, salud, familia, trabajo apetecible, libertad, clima, peligrosidad del entorno,etc.