Nos hemos ocupado en El Cultural del anterior éxito de la economista italiana Loretta Napoleoni: Economía canalla (http://goo.gl/5s4D6). Vuelve ahora con este otro [Democracia en venta], que también es un disparate, pero no carece de ton ni de son, porque todo apunta sistemáticamente a que la libertad es mala.
Capitalismo malo, malo, malo
Identifica el capitalismo occidental con el canibalismo, nada menos, y asegura que el pérfido euro “parece confirmar que también en la época posmoderna el capitalismo, para prosperar, sigue necesitando delinquir y ejercer la violencia”. No espere usted ningún análisis del socialismo, ninguna comparación con lo que sucede cuando el capitalismo es aniquilado. Pero las alusiones son claras: aquí lo malo sobreviene tras la crisis del comunismo, porque el capitalismo “ha utilizado la Unión Europea para seguir creciendo de la única manera que sabe: con la violencia y la colonización”.
Podía haber preguntado en muchos países de Europa cómo crece el socialismo. Pero no: su idea es probar que el liberalismo va contra la democracia, y eludir la ponderación del respeto a la democracia cuando no hay liberalismo. Es entretenida cuando dice, por ejemplo: “desde la caída del muro de Berlín, la idea de que un Estado deba mantenerse en pie mediante un sistema ininterrumpido de préstamos siempre se ha abierto camino”; desde la caída del Muro, no antes; le haría gracia a Felipe II. El papel lo aguanta todo: “hoy en día sólo tienen voz los países sin deudas”. Asocia al euro con la libertad que detesta, sin percibir que ha venido asociado a un crecimiento del poder político; igual que lamenta que Europa esté arrasada por un curioso “liberalismo” que se traduce en impuestos cada vez más altos.
Hay desvaríos insólitos como la alabanza de la prohibición de la usura, que hoy sólo mantienen, y de aquella manera, los regímenes islámicos; o inquietantes, como la identificación entre pueblo y Estado. Hay topicazos marxistas como que el trabajo es una mercancía, y fantasías comunistas basadas en las mismas falacias que tantas víctimas han ocasionado, tras la consigna de “derrocar la ecuación hombre = mercancía y subordinar la economía a las necesidades y exigencias de la población y no a las del mercado”. Semejantes dislates encajan con una teoría económica tan insolvente que le permite soltar perlas como las siguientes: “la calidad de nuestra vida está directamente relacionada con la capacidad del Estado para garantizar cierto nivel de servicios, lo cual sólo es posible con un gasto público adecuado…los principios de cooperación y de competencia son inconciliables…la comunidad crea bienestar mediante el gasto público”.
Y tras proclamar que la deuda podría resolverse utilizando las reservas de oro, pide salir del euro, como si ello constituyera el Bálsamo de Fierabrás: a ver si alguien le explica que si devaluar la moneda fuera la receta de la prosperidad, Argentina sería rica y Suiza paupérrima. Me ha gustado en particular su recomendación de “anexar al Estado entidades de control como el Banco Central, que deberá volver a manos públicas”, cuando la banca central no sólo es pública sino que es lo que más se parece a la planificación socialista.
No puedo menos de acordarme cuando el estrellado argumentó que, como la tarifa al consumidor era única, resulta que el mix energético, él no lo dijo así, era indiferente.
Bonito enlace:
http://economia.elpais.com/economia/2013/10/11/actualidad/1381481419_467666.html
Lo de la Napoleoni entra en lo «subrealista». Está la economía, el milagro y la chistera. Y el condimento de la ignorancia. Con la ideología mal intencionada como fondo del caldero. Y al fondo la Sapienza, que debe ser el paralelo de la Pompeu y de la Fabra. Es muy «concreto» su curriculum de wikipedia. Y eso que lo suelen controlar estrechamente.