Se dijo hace algunas semanas que un terrible incendio en una fábrica de Bangladesh demostraba una vez más que el mercado es cruel y explotador, y el Estado debe intervenir. Como siempre, faltaban informaciones cruciales.
Los salarios y el proteccionismo
Primero, la subida propuesta del salario mínimo puede ser un caramelo envenenado, especialmente para la mayoría de las mujeres bengalíes que trabajan en el sector textil porque, como señaló el Wall Street Journal, “muy pocos otros empleos en el país pagan salarios tan elevados con respecto a la cualificación del trabajador”. Segundo, el textil se desarrolló debido al acuerdo proteccionista Multifibras, que excluyó a Bangladesh, país que hoy exporta en ese ramo 20.000 millones de dólares por año, más que cualquier otro, excepto China e Italia. Es verdad que el Gobierno sólo liberalizó la economía del textil, y debería hacerlo también en el resto.
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