Una niña y Serrat

He visto recientemente dos interesantes muestras de lógica económica.

Doña Ione Belarra contó que su hija le preguntó: “¿Cuánto pagamos por el cole?”. La diputada de Podemos respondió: “No pagamos nada cada mes. Tu padre y yo pagamos los impuestos y con eso gestionamos una educación pública para que todos los niños y niñas puedan tener acceso a una escuela”. La niña replicó: “Y entonces, ¿por qué hay que pagar por las casas?”. La señora Belarra apuntó: “Tienes toda la razón, hija. Y de esto es de lo que estamos hablando aquí. Hay que sacar las casas del negocio, hay que sacar las casas del mercado”.

Esto sucedió en la “Uni” (sic) de Otoño de Podemos. Los asistentes aplaudieron con entusiasmo la lógica económica de la hija de la secretaria general del partido, una niña que había planteado un razonamiento ajustado a su edad: cuatro años.

Lo notable no fue la niña, sino todos los demás, empezando por su madre. No se les ocurrió que “sacar las casas del mercado” puede plantear algún problema, empezando porque la propiedad no es independiente de la libertad y el bienestar del pueblo, y terminando porque si las cosas se sacan del “negocio” eso no significa que pasen a ser gratis, ni que sea algo bueno.

La sombría historia del socialismo en todas sus variantes demuestra que el quebrantamiento de la propiedad privada y de los contratos voluntarios del mercado bloquea la prosperidad de los ciudadanos y amenaza sus derechos y libertades. La hija de la señora Belarra no tiene por qué saberlo, pero su señora madre y los demás militantes y dirigentes de Podemos, sí.

Hablando de no saber, el discurso de Joan Manuel Serrat en los premios Princesa de Asturias, que tuvo momentos excelentes en los que subrayó el valor de la familia, el trabajo y el respeto al prójimo, también tuvo un instante económicamente asombroso. Afirmó el ilustre cantante catalán: “Vivimos un tiempo contaminado, hostil, insolidario, donde los valores democráticos y morales han sido sustituidos por la idea del mercado y donde todo tiene un precio”.

No parece que vivamos en un tiempo más hostil o insolidario que el pasado, ni que los valores morales sean más débiles que antaño, mientras que tras la caída del Muro de Berlín hay más democracia en el mundo que nunca. La idea de que estamos bajo una hegemonía del mercado es una ficción, que don Joan Manuel podría despejar fácilmente echando una ojeada a los datos o charlando cinco minutos con cualquier contribuyente. El peso del Estado es considerable y los precios del mercado están profusamente intervenidos por la política y la legislación.

No por extendida la lógica económica del señor Serrat es menos endeble.