La guerra no resuelve el problema ético, el chantaje moral de la política, reflejado en el dantesco espectáculo, que intuye Oppenheimer en su hora triunfal, de los miles de víctimas inocentes de Hiroshima y Nagasaki.
La guerra no resuelve el problema ético, el chantaje moral de la política, reflejado en el dantesco espectáculo, que intuye Oppenheimer en su hora triunfal, de los miles de víctimas inocentes de Hiroshima y Nagasaki.