La preocupación de los progres por los impuestos es visible. Las debilidades analíticas de su argumentario rara vez les inquietan, porque suelen regodearse en la fatal arrogancia hayekiana. Pero últimamente parece que más impuestos significan menos votos. Eso ya son palabras mayores, porque con las cosas de comer no se juega. Entonces, hace un tiempo, El País publicó un editorial, de esos largos y solemnes, criticando las políticas de moderación fiscal.