Dice un viejo refrán español: “no hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague”. Esto último no resulta evidente, porque hay deudas que no son pagadas: pensemos en las quiebras privadas, o en los impagos o reestructuraciones de la deuda pública. Sin embargo, con una perspectiva más amplia podemos defender la veracidad del refrán, porque las deudas terminan pagándose, de formas no siempre evidentes.
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