Un clásico de los enemigos de la libertad es atacarla pretendiendo defenderla. Es lo que hacen los socialistas de todos los partidos, alegando que los verdaderos defensores de la libertad son ellos, mientras que los liberales solo defienden la libertad de los propietarios. Para sostener semejante disparate hay que distorsionar la noción de libertad, convirtiéndola en su opuesto. Y en ello están.