La llamada memoria histórica no es memoria, porque no busca recordar el pasado, y no es historia, porque no busca estudiarlo, sino utilizar las heridas del pasado para promover una agenda política en el presente.
Ha sido rebautizada como memoria democrática, pero democracia significa que el pueblo elija, y es otro el objetivo de la izquierda.
Lo ilustra Daniel García-Pita Pemán en: El caso Pemán. La condenación del recuerdo, que publica la Editorial Almuzara.